1 de mayo

Los trenes a veces te sirven para pensar en nuevas metas profesionales, amistades, conocer a alguien, encontrartre a alguien que hacía mucho que no veías, leer, escuchar música, mantener una buena conversación con alguien de quien estás enamorada... en otras ocasiones te ayudan a vivir una pequeña transición. Cuando sabes que entraste en el vagón de una forma y vas a salir diferente. Algo dentro de ti habrá cambiado. Una herida más que te va a acompañar el resto de tu vida. Una sensación de vacío y felicidad agridulce. Saber que vas a llorar y a pensar. Que te necesitas a ti misma más humana y viva que nunca para conectar con tus seres queridos. Con tus recuerdos de la infancia. Con tu interior.
Los parones a veces son voluntarios y otros los escoge el destino. Caprichoso. Y de repente me doy cuenta de que últimamente me está obligando a parar demasiado. A detener el tiempo. Para ser más feliz. Para quererme más.Y este tren. A máxima velocidad. Mis recuerdos se disparan. Su pelo largo y rubio. Sus uñas perfectamente pintadas y sus ojos grandes y oscuros. Su sonrisa. Olía a melocotón y siempre llevaba grandes anillos. Era fuerte. Recuerdo sus ganas de vivir y de ver siempre el lado bueno de las cosas. “Cariño si te ha dejado es porque no era para ti, mejor que la vida lo haya sacado ya de tu vida. La soltería es lo mejor.” Ibas un día con la noticia de que habías conocido alguien especial y entonces te decía que seguro que era él y que iba a ser muy pero que muy dichosa. A eso lo llamo yo pragmatismo. El pragmatismo de mi abuela como estilo de vida. Ver siempre la parte agradable de las cosas. Y cómo le gustaban esas charlas de chicas...Mi abuela era la mujer más tierna y dura a la vez. Y por eso la admiraba y la admiraré siempre. Una parte de mí se la debo a ella.

Comentarios